Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Ro: 10. 10

declaro bendicion

Cuando le recibimos al Señor como salvador de nuestras vidas,  es porque hemos creído que murió por nuestros pecados, creemos en su palabra, en San Juan 3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Pero no sólo es creer sino también confesar con nuestra boca, aquello que hemos creído.

En Ro 10: 10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. 

Creemos en nuestros corazones las muchas promesas del Señor que está en su palabra, El nos ha dejado muchas enseñanzas y ejemplos y la guardamos en nuestra mente y corazón, pero nos sólo eso es importante  sino el declarar con nuestra boca, el confesarlo, el hablar las promesas, porque si hay abundancia de palabra en nuestro corazón entonces se cumple lo que dijo el Señor: Porque de la abundancia del corazón habla la boca.

Las promesas de la palabra son infinitas, pero el creerlo y confesarlo es poderoso, porque cuando oramos por una situación, sea de cualquier necesidad, si es por tu matrimonio, por un hijo que se fue, una enfermedad, por tus estudios, tus proyectos, etc. Y lo confesamos  es decir lo hablamos con voz fuerte aquello que hemos creído, aquello se hará una realidad.

En Stg 5: 16-18

Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.
Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto.

Es la oración con fe, todo lo que me pidieras creyendo así os vendrá, Elías confesaba las promesas de Dios, era insistente en su oración y  pudo controlar la lluvia, oró para que no  lloviese y no llovió y nuevamente  oró para que lloviese y llovió.

En Isaías 55 10-11

10 Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come,

11 así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.

Es el poder de la palabra, una palabra ungida,  una palabra que proviene de Dios,  aquella que quedó está sembrada en el corazón, en la mente, es bueno memorizar sus promesas y  declararla, aquella  semilla  que  fue  arraigada en el corazón, porque lo hemos creído, lo  confesamos y se hará realidad. Es un modo de profetizar, de bendecir, de creer en las promesas.

Cómo hijos tenemos esa autoridad que nos dio El Padre Celestial,  desde el principio de la creación sobre las bendiciones para su pueblo, su iglesia, ya establecida desde antes de la  fundación del mundo, ya que somos herederos y coherederos con nuestro Señor  Jesús,  por ello tenemos ya las promesas sólo es declararla por que lo creemos.

En Números 22-24, nos habla sobre el temor que tenía el pueblo de Moab, cuando Israel vencía a  todos sus adversarios cuando salió de Egipto, porque sabía que era un pueblo escogido por Dios y bendecido, por lo cual estaba preocupado el rey de Moab, su nombre era Balac y mandó a llamar a Balaam un  profeta adivino que  conocía del poder de Dios para que bendijera a Moab, por que él sabia de las promesas de Dios y dijo:

Números 22:6 Ven pues, ahora, te ruego, maldíceme este pueblo ( Israel), porque es más fuerte que yo; quizá yo pueda herirlo y echarlo de la tierra; pues yo sé que el que tú bendigas será bendito, y el que tú maldigas será maldito.

Mas Balaam dijo lo que Jehová me dijere hablare, ni tu plata ni tu oro  me servirán (porque el rey de Moab le había ofrecido regalos valiosos para que declare bendiciones sobre su pueblo,) Balaam sabía que nada podía cambiar la determinación de Dios. Porque aquello que ya ha sido establecido  por el Creador no puede ser  cambiado esa promesas es para su iglesia, en esos tiempos era para Israel.

La iglesia son los benditos de Jehová, a nosotros sus hijos nos pertenece esa herencia de bendición, de generación en generación, nadie lo  puede cambiar lo establecido por nuestro  Dios  Todo Poderoso.

Entonces Balaam empezó a declarar lo que Dios puso en su boca,  bendición para el pueblo, no podía contradecir declaró una y otra vez intentando de alguna manera o pensando que podía cambiar lo establecido, pero Dios protegió a Israel en Josué 1:5 Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. Si andamos en obediencia aún mandará a sus ángeles que acampará a nuestro alrededor y nos defienden. 

Números 24:1 Cuando vio Balaam que parecía bien a Jehová que él bendijese a Israel, no fue, como la primera y segunda vez, en busca de agüero, sino que puso su rostro hacia el desierto;
2 y alzando sus ojos, vio a Israel alojado por sus tribus; y el Espíritu de Dios vino sobre él.
3 Entonces tomó su parábola, y dijo:
Dijo Balaam hijo de Beor,
Y dijo el varón de ojos abiertos;
4 Dijo el que oyó los dichos de Dios,
El que vio la visión del Omnipotente;
Caído, pero abiertos los ojos:
5 ¡Cuán hermosas son tus tiendas, oh Jacob,
Tus habitaciones, oh Israel!
6 Como arroyos están extendidas,
Como huertos junto al río,
Como áloes plantados por Jehová,
Como cedros junto a las aguas.
7 De sus manos destilarán aguas,
Y su descendencia será en muchas aguas;
Enaltecerá su rey más que Agag,
Y su reino será engrandecido.
8 Dios lo sacó de Egipto;
Tiene fuerzas como de búfalo.
Devorará a las naciones enemigas,
Desmenuzará sus huesos,
Y las traspasará con sus saetas.
9 Se encorvará para echarse como león,
Y como leona; ¿quién lo despertará?
Benditos los que te bendijeren,
Y malditos los que te maldijeren.

Esa promesas ya determinadas por Dios para su iglesia, desde el principio, en Génesis 12; 2-3 cuando Dios le dijo a Abraham:

Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.

Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.

Bendiciones son las promesas de Dios para su iglesia, por eso con esa autoridad nosotros podemos y  debemos  declarar su palabra, confiando que El lo hará,  a su tiempo, por ello  dice en Ro.10:10  Con el corazón se cree para justicia pero con la boca se confiesa para salvación. Si hemos creído entonces sigamos orando, declarando esas promesas de  bendición  tan grande, de restauración, de sanación, de  paz, de santificación, reconciliación, muchas son sus promesas que no se podría terminar de nombrar, a El sea toda la gloria y la honra por los siglos de los siglos. 

Amen.

 

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